Desde mediados de diciembre, el museo ha creado un itinerario titulado ‘El Prado en femenino’ un recorrido que permite contemplar a sus protagonistas, o bien, las obras que comisionaron.
Esta semana, con motivo del Día de la Mujer, se ha celebrado el segundo simposio en el Museo del Prado sobre ‘Protagonistas femeninas en la formación de las colecciones del Museo del Prado II. De Isabel de Borbón a Mariana de Neoburgo’ enfocado a explorar, recuperar y difundir el destacado papel desempeñado por las mujeres en el ámbito del patronazgo artístico.
¿Qué les llevó a aficionarse a las artes, cuáles eran sus motivos? Podemos imaginar que por su posición social tenían el privilegio de crecer en un entorno que presume de objetos exquisitos, delicados ropajes, modales y decoro. Consejeros, intelectuales y religiosos dedicados a cultivar a la estirpe real no descuidaban mostrar elocuencia y sabiduría. Nada caía en balde.
La mujer que en aquel entonces tenía por norma callar y llevar una vida modesta, virtuosa, acercarse a las artes le permitió demostrar mostrar otra cara de la moneda, ¿en qué sentido? Pudo dar a ver que su cultura era un eje vertebral de valor que le permitirá abrirse al mundo, socializar.
El arte es una forma de plasmar el espíritu creativo, grandilocuente y elevado del ser humano.
Sorprende por la gran habilidad al plasmarlo, a la vez, cuestiona nuevas maneras de ver diferentes aspectos de la vida, la mitología, la religión e incluso a la propia persona, el retrato.
Una obra de arte es capaz de encerrar un misterio, de crear en nosotros una sensación que conmueve. Belleza, extrañeza, dramatismo, etc.
Todas estas enigmáticas cualidades son creadas gracias a la elocuencia del artista. ‘Mi mano sigue al intelecto’ defendían. Así como el poeta crea belleza con sus versos, el artista lo hace con imágenes.
Una cualidad con la que los comitentes demuestran superioridad moral y cultural es vincularse al arte. Este, les ayudaba a generar una red de contactos con aquel que aprecie el valor del conocimiento y sensibilidad, es decir, con la persona que haya elevado su cultura para comprender la aportación artística, presume de exquisita sensibilidad.
Esta demostración de intelectualidad, es una manera de reflejar el poder de nuestra persona y de adentrarse a una esfera de poder. De aquí, el prestigio social del arte.


Una persona rica es una persona cultivada, cambiemos la propiedad material por la propiedad intelectual que alcanza uno a lo largo de la vida. Esto es lo que verdaderamente nos hace grandes y nos enseña la historia.
Uno de los ejemplos más sobresalientes fue el de Isabella d´Este. Fomentó que más mujeres se formaran y se hicieran cultas, lo que cambió el posicionamiento social de la mujer. Leonor de Toledo rompió los esquemas a sus contemporáneos. Su ejemplo no dista mucho del papel que ejerció Gertrude Stein para Picasso.
Ella fue su gran mecenas en el París de principios del s. XX. Sin su apoyo, Picasso no habría accedido a la élite social e intelectual del momento.
Mecenas diferentes, eclécticas y cultas, que con decisión toman la brújula de sus vidas, defendiendo lo que se consideraban cualidades masculinas, ser ellas también, dignas para la gobernanza.
Tomemos este buen relevo para enaltecer nuestras vidas y sumarnos a lo extraordinario.